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| El mundo castreño y romano |
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La buena situación geográfica y las facilidades para la cría de ganado y la agricultura, no pasaron desapercibidos para los primeros pobladores de esta parte del concejo de Siero. Muestra de ello es el castro catalogado por José Manuel González en El Cuitu, vinculado a la Edad del Bronce.
Desde ese asentamiento inicial, el poblamiento de la zona se ha ido manteniendo a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días. A los habitantes castreños, les sucedieron los romanos, una nueva población que si bien no ha dejado restos físicos sí los ha dejado en la toponimia. Es el caso de Llorianes o de Leceñes, por ejemplo, dos topónimos relacionados con los nombres de sendos propietarios.
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A lo largo de los siglos altomedievales, Valdesoto se irán configurando como un espacio agrario basado en el sistema romano de las villas, origen de las caserías asturianas, mientras que administrativamente empieza a estar encuadrado en la “llanera de Siero”, es decir, que tanto Siero como Valdesoto ya empiezan a tener personalidad propia.
El devenir parroquial pasará por varios episodios a lo largo de los siglos finales de la Edad Media, con una extensión mayor de la actual al estar unidos los territorios de Valdesoto, Carbayín Bajo y Santiago de Arenas. En 1975, se formó la parroquia de Carbayín Bajo a la que se incorporaron terrenos tanto de Valdesoto como de Santiago de Arenas, dejando a la parroquia de san Félix de Valdesoto con la fisonomía actual.
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| Será en el siglo XVIII cuando se produzca, de forma casual, un hallazgo de especial importancia para Valdesoto. Fue el descubrimiento de la existencia de importantes capas carboníferas en el subsuelo de la parroquia.
Fue Francisco Carreño Peón quien primero se percató de la presencia de carbón al observar la presencia de un incendio en los montes de Carbayín, que no se extinguiría hasta la llegada de las nieves del invierno, cinco meses más tarde. Corría el año 1737.
El hallazgo lo pondría por escrito su nieto Antonio Carreño y Cañedo cincuenta años más tarde, en su “Informe sobre el beneficio del carbón de piedra y utilidad de su comercio”.
Será el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, cuya abuela materna era natural del palacio de los Carreño-Solís (actual palacio de Valdesoto), quien piense en la explotación de los yacimientos carboníferos de la zona.
A finales del siglo XVIII expondrá al rey la necesidad de construir una vía de comunicación que permitiera el traslado del mineral hasta el mar. Un proyecto más tarde cristalizaría en la llamada Carretera Carbonera entre Langreo y Gijón.
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El avance en el desarrollo de la explotación de los yacimientos de carbón, trajo consigo un aumento importante de población, tanto que llegó a tener más habitantes que la propia capital del concejo, hasta que la minería empezó a entrar en declive y La Pola, animada por nuevas funciones administrativas, se convirtió en un importante foco de atracción para los residentes en otras áreas del concejo.
Valdesoto no se pudo mantener al margen de los aconteceres bélicos propiciados por la invasión napoleónica de 1808, ni de los generados durante la Guerra Civil, ya en el siglo XX.
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| Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón 1744 – Puerto de Vega 1811) |
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Serafina Antonia Carreño (1680-1716) era la abuela del ilustrado gijonés y el nexo de la familia con Valdesoto. Originaria del palacio de Valdesoto, tal y como se le conoce hoy en día, se casó en la parroquia con Andrés de Jove Llanos (1676-1729).
La primera constancia escrita de una visita de Jovellanos a Valdesoto, data del año 1790, cuando viaja desde Oviedo para comer son sus parientes sierenses. Esa misma noche redacta un interesante documento sobre el cultivo y recolección del maíz.
En días sucesivos recorre el territorio de la parroquia de Valdesoto para observar los yacimientos carboníferos, antes de regresar a Gijón. De todo ello dejó constancia en sus diarios.
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| Fray Bernardo Martínez Noval (Castiello, Valdesoto 1868 – Almería 1934) |
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Nacido en el seno de una familia humilde, fue bautizado en la iglesia de Valdesoto, parroquia en la que también aprendió sus primeras letras. Estudios iniciales que pudo continuar en La Cátedra, institución educativa radicada en La Pola y dependiente del ayuntamiento en la que se enseñaba latín.
A los 17 años ingresa en la orden de san Agustín, y siete años más tarde será ordenado sacerdote en Filipinas, archipiélago al que había sido enviado como misionero.
Ese es el inicio de una carrera sacerdotal que le llevará a ocupar importantes cargos eclesiásticos, culminados con su nombramiento como obispo de Almería en el año 1921. Al frente de la diócesis morirá en el año 1934 cuando tenía 66 años de edad.
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| José Noval Martínez “Siero” (Castiello, Valdesoto, 1856 – 1937) |
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| Sin mucho más que las primeras letras posiblemente aprendidas en la escuela de Faes, José Noval “Siero” dejó para la posteridad un conjunto de versos para las comparsas de Antroxu y seis comedias de ambiente costumbrista, realmente destacadas.
Sin moverse nunca de su parroquia natal, “Siero”, gracias a su afición a la lectura, supo insertar sus comedias en el ambiente de la época que le tocó vivir. Así, en sus obras, realizadas por encargo, toca temas sociales como las guerras de Cuba, Melilla o el Rif; temas familiares y otros relacionados con la religión.
La primera de sus comedias la publicó en 1876, cuando tenía 20 años de edad, y la última cinco años antes de su fallecimiento en 1937. En unos casos utiliza el asturiano como vehículo expresivo, mientras que en otros opta por el “amestao”.
Fue una persona muy apreciada por su profundo conocimiento del ganado, lo que le hizo ganarse una justa fama de sanador en toda la comarca.
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| Amalia Vereterra Armada, condesa de Villarea (Gijón, 1881 – Valdesoto, 1976) |
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Sería muy prolijo dar cuenta detallada de la implicación de Amalia Vereterra Armada con la parroquia de Valdesoto, en la que su familia está fuertemente enraizada como demuestra el panteón del marqués de Canillejas ubicado en la iglesia de san Félix, y en el que la condesa fue enterrada en septiembre de 1976. Había nacido en Gijón en el año 1881, se había casado con José Cavanilles y Peón en 1909, y en 1930 había rehabilitado el título de condesa de Villarea.
Además de convertir el palacio de Valdesoto en un lugar de reunión de personalidades de la época, la condesa siempre estuvo dispuesta a colaborar en la vida de la parroquia. Un buen ejemplo de ello fue la donación que hizo en 1961, de los 20.400 metros cuadrados, el conocido como prau del Fontascu, en los que se construyó el campo de fútbol del Valdesoto C.F.
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| Gaspar Montes Iturrioz (Irún, 1901 – 1998) |
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Catalizador de la Escuela del Bidasoa que se desarrolla entre 1895 y 1919 en el País Vasco, su padre era originario de la parroquia de Valdesoto, y consta que Gaspar pasó algunos veranos en la casa familiar, viajes que aprovechó para pintar algunos paisajes de la zona y la propia iglesia de san Félix.
En su devenir artístico se inició en el realismo académico, descubrió a Cezanne, para luego seguir un camino que le llevaría hacia el constructivismo, hasta llegar a una depuración expresiva muy característica. Se le llegó a definir como pintor franciscano por la dulzura que transmite en sus paisajes.
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